Para Meme, en su día.
A menudo la revista Proyecto Diseño hace concursos —o, más exactamente, convocatorias chocochéveres parecidas a las que ha hecho este chuzo— para replantear el diseño de objetos relativos a esa cosa nebulosa que es la identidad nacional. Sé, por ejemplo, que han hecho muestras de billetes y hace cosa de un año, mediando cierta envidia pendeja, propusieron diseñar una «marca Colombia» alternativa. El sen sei dice de esos concursos-convocatorias que no sirven para nada más que autocomplacerse porque no dan pie a críticas ni nada, solo elogios. Bueno… pildoritas.
Escribo esto pensando en que a algún diseñador tipográfico debería ocurrírsele solucionar un problema específico de este nuestro tiempo políticamente correcto. En español casi siempre, no sé desde cuándo, se ha usado la fórmula -/a o o/a en los casos en que hay que optar por una forma masculina o femenina en el género de una palabra: abogado/a, doctor/a, etc. Ahora optan por usar la arroba por tratarse de un signo que parece ser al mismo tiempo o y a: «queridos amig@s».
La verdad es que ambas formas tienen el problema sutil de que siguen privilegiando una cosa sobre la otra, o sea, siguen haciendo, al fin y al cabo, lo que tanto critican los luchadores de la igualdad de derechos y oportunidades entre sexos, géneros y otras huestes del diablo. En el primer caso, por ejemplo, se pone el masculino primero que el femenino, de tal manera que abogado/a se lee «abogado o abogada». De hecho esta es la fórmula más común en cualquier situación cuando se habla. «Pongamos entonces las damas primero.» ¿Por qué? ¡Eso también es discriminación!
El segundo caso es aún más patético y es finalmente la razón de ser de todo esto. La @ no es una simple y aséptica combinación tipográfica de a y o. No, la @ es evidentemente una a minúscula dentro de una O mayúscula, una frágil hembra gramatical contenida, consumida, por una gigantesca, voraz, hegemónica y obviamente falocéntrica vocal abierta. ¿Y dónde están cuando se les necesita para discutir esto es@s defensor@s —que obviamente se lee «defensoros y defensoras»— del lenguaje equilibrado que también califican de machista la obvia apariencia fálica de las flechas, las espadas y los misiles?
Frente a este imperio estúpido de la arroba como signo de correctez política, los diseñadores tipográficos hispanoparlantes deben proponer soluciones viables. Yo propongo una nueva letra que no tenga ningún referente anterior, un nuevo significante que equilibre los poderes, que haga más justa nuestra sociedad, que transforme desde el lenguaje las condiciones materiales y culturales de siglos y siglos de iniquidad y garantice, por ejemplo, que en nuestro Congreso haya como mínimo una tercera parte de honorablas senadoras y representantas.