La marcha, cierto
Thursday, January 31st, 2008Le decía a O-Lu que no escribía nada sobre la marcha —jo, jo— porque ya todo estaba dicho. Y para quienes leen este blog —¿me leen aún?— no resultará sorprendente saber que no iré a esta. O, mejor, no participaré, pues probablemente iré a ver y a tomar fotos. Al fin y al cabo no hay nada qué hacer ese día ni el que sigue ni el que sigue…
Y no voy —o no participo— más o menos por las mismas razones que han dado por ahí, especialmente porque para mí está claro que la marcha está politizada desde el comienzo y sin necesidad de la CIA. Y aquí politizado no quiere decir alineado con un partido, como han querido hacerlo entender, sino que corresponde a alguna idea de lo que se debe hacer frente a algo. La marcha tiene un objetivo claro y el tal clamor popular —«¡No más FARC!»— es cuento viejo. Tan viejo es que precisamente las motivaciones y justificaciones coinciden con la cosmovisión que soporta el regimen de Uribe —y con otros fenómenos como el tropipop, según he dicho ya— y está claro que estas no son necesariamente «partidistas».
No participo porque el problema no son las FARC. Ver las cosas así es muy bobo y punto. Tal vez iría, participaría, si la marcha fuera en contra del cinismo de las FARC —la parte del lema que dice «no más secuestros, no más mentiras, no más muertes»—. Probablemente marcharía en contra de cualquier cinismo de ese estilo —el de las FARC, los paras, el Ejército y sucesivos gobiernos nacionales— como en contra del cinismo de cada día, el cinismo que nos amarga la maldita vida daria, el famoso «poresoledigo».
Cuando se dice «no más FARC» deja de hablarse de transformación, se aboga por acabar con el otro —ese otro es gente, al fin y al cabo— a cualquier precio, se pide sometimiento total, etc.; además está claro que ese «otro» para muchos no es únicamente las FARC sino cualquier «alternativa de izquierda». Eso por una parte es ingenuo —ah sí, esa es la otra razón por la que nunca participo en marchas, porque no sirven para absolutamente nada y aquí en Colombia además las marchas son increiblemente aburridas— porque a las FARC les vale verga lo que tú y yo pensemos, querido amigo o amiga lectora o lectora, ciudadanos del común, y siempre ha sido así y esa es la razón por la que hay marcha y por lo que se justifica de esa manera. Por otra parte, sencillamente no estoy de acuerdo. Sí, hablo de la negociación —por cierto, no de intercambio, aunque esto ya tiene lugar fijo en cualquier intento de negociación—, de ceder, de que cada uno ceda. Y pensar eso también es soberbia ingenuidad porque nadie quiere negociar, porque ambos son cínicos y, sobre todo, poderosos.
En fin, la marcha es, en sus orígenes, seguirle apostando a la lógica del ganador y el derrotado. Pues bien, en la mayoría del mundo sacar pañuelos blancos es señal de rendición. Esa será una linda imagen para el exterior que tanto ha preocupado a sus organizadores (gracias a Paola por el dato).