«¿Alguien ha pensado en los niños?»
Thursday, 1 de October de 2009Recuerdo que cuando estaba en el colegio, a finales de los ochenta, había gente —acaso debo incluirme— que jugaba a Amar y vivir. Va con mayúscula y en cursiva porque el juego era representar las escenas, digamos, masculinas, de Amar y vivir: bala, carros, gritos, muertos, pum pum pum. Puedo estar equivocado pero esta debió ser la primera telenovela que por primera vez trató el «delicado» tema de la mafia y el crimen, además en sus épocas más sonadas y prósperas.
Hoy —desde hace tiempo— se están rasgando las vestiduras porque en la televisión hay mucha novela sobre mafiosos y putas. He oído a Naranjo decir que deja mal parada a la institución del Dios y la Patria. También es lugar común que es «apología del delito» y de «la cultura del atajo» que nos tiene como estamos. Y claro, lo peor de todo, qué le irá a hacer todo eso a los niños, a los pobres niños, que se aculturan viendo eso, que crecen para volverse idénticos a sus héroes de la pantalla.
Y es que eran otros tiempos cuando toda una generación creció con los arrullos de Carlos Vives en Pequeños Gigantes: hoy todos son gente de bien que baila tropipop en lugares que vomitan «lo nuestro». Quod erat demostrandum.
Aprovecho para esbozar una hipótesis muy sencilla de comprobar. Pero como no soy juicioso como Peláez no me encargaré de eso. Hay un lugar común que dice que el cine colombiano trata exclusivamente temas de narcotráfico y cultura del atajo. La hipótesis es simple: pura mierda. Esa afirmación nace de gente que cree que el cine colombiano es el cine de Víctor Gaviria.
Ahora bien, en algún momento, creyendo cierto ese falso lugar común, comenzó una tendencia a llenar el cine con ese tema «porque no cerrar los ojos ante esta realidad». De ahí salen bodrios como Soñar no cuesta nada o El Colombian Dream. El círculo se completa, el estereotipo se hace realidad y es evidencia patente de la afirmación otrora infundada.
Pero es que tanto cine y tantos cuentos que tan mal hablan de nosotros, de un país que sufre por culpa de unos pocos. ¿Por qué hacerles ese homenaje? Supongo que lo mismo debieron decir cuando comenzaron las películas gringas de gansters, en tiempos de gangsters. ¿Y el resto de películas de mafiosos que ha habido y sigue habiendo? Ahí hay un problema: casi siempre son narraciones sobre inmigrantes, italianos mañosos, lejanos del ideal gringo. Pero esa es otra historia, como la de los niños que jugaban a darse bala en el patio de mi colegio.