La mofeta y la arbitrariedad
Wednesday, December 4th, 2013Cuando estaba en segundo (1989) nos pusieron de tarea de matemáticas hacer un conjunto con «los animales». En mi conjunto de animales incluí la mofeta al lado de la gallina, el elefante o cualquier otro animal legítimo, es decir, europeo, estadounidense o exótico para esas mismas nacionalidades. (Algunos activistas de la biodiversidad en Colombia señalan cómo aquí uno se aprende las letras del abecedario con animales que no son de aquí sino justamente con esos animales de allá. Pero esa es otra historia.)
Para quienes no sepan qué es o cómo se ve una mofeta, aquí les muestro la foto más linda que encontré en internet:
Aunque la mayoría conoce a la mofeta como cierto «apestoso zorrillo»:
Al presentar la tarea, la profesora me puso mala nota porque «la mofeta no existe» y yo me estaba inventando animales. Creo que además incluyó una anotación en el cuaderno de control para informar a mis papás de que su único hijo estaba delirando. Eso acabó en reunión con ellos, que aprovecharon para mostrarle que había errores conceptuales en lo que estaba enseñando sobre conjuntos. Por mi parte, y por mi cuenta, llevé el tomo de una enciclopedia o diccionario que tenía, especializado en animales, aunque tristemente no recuerdo el nombre, y le presenté la entrada de la mofeta. Pero la vieja no hizo nada. Ni se disculpó, ni me cambió la nota y, lo peor de todo, no me dio la razón. No me dio la razón.
Siempre salgo con esta anécdota cada vez que alguien me dice que tengo problemas con la autoridad, que soy un resentido o cualquiera de esas cosas que siempre me dicen. Lo cierto es que casi siempre tengo problemas con la arbitrariedad: la de los policías, la de los cajeros que llaman a la gente que vieron colarse frente a uno, los profesores que tienen favoritos o los jefes que actúan por capricho.