Tener huevo y dar papaya
Friday, June 26th, 2009Ya he dicho que Uribe siempre cae de pie, que Uribe nunca pierde. El episodio con huevo de ayer no es la excepción:
No solo tuvo la oportunidad de dominar al pueblo pidiéndole clemencia con la pobre representante de tan heterodoxa oposición simbólica («como presidente [tengo que] procurar hacer pedagogía») sino que además el man resultó chistoso y hasta más chistoso y pendenciero que la niña del huevo: «voy a poner este huevo allí para no irlo a quebrar». Cuidado, lo ve por ahí algún fanático de la Seguridad Democrática (antiguamente conocido como paraco) y a ese sí no le da miedo «ir quebrando» algo.
Liliana (y el resto de Tienen Huevo) quedó como una mamerta que dice cosas sin sentido, hace gestos pendejos y vacíos y les da la razón a los que se burlan de la llamada lúdica de la resistencia. Va al frente, le echa un insulto de bajo calibre y poquísimos megatones al gran líder (y a Colombia, faltaba más), después echa unas cuantas consignas (sin el riguroso sustento de las cifras, porque no aprenden) y además le quita la mano al presidente cuando éste, amable y cortesmente, se la ofrece, en vez de hacer como Correa en la cumbre del Grupo de Río.
Lo que pasa a la historia no es la valiente confrontación de una «joven profesional» (¿qué hijueputas significa eso?). El Tiempo, sin complejos, lo llama sabotaje. Lo que pasa a la historia es el presidente que, como siempre, se defiende con gallardía de los ataques injustos de la oposición local y mundial. Y al final es como si le celebraran que mató una mosca que estaba por ahí zumbando. El man, una vez más, ganó porque le dieron la oportunidad.
Nada puede contra Uribe. Su existencia es su argumento más poderoso. Pero también es el único que tiene.
Un último comentario técnico: Liliana debió haberle dado el huevo y ya. Aparte de ser un gesto pacífico (porque es que ponerle un huevo en la cabeza a alguien debería pagarse con cárcel), prácticamente todo el mundo entiende. Y si no entienden, no pasa nada.