Este tiempo perdido
Friday, August 31st, 2007Por un daño en el disco duro del servidor que aloja esta página perdí seis meses de escritos del blog, los seis que corresponden en su mayoría al tiempo que estuve en Argentina y que coinciden con el período más triste, infértil e idiota de la producción de esta página. Con el abandono y la pereza de uno comienzan los del público y el círculo vicioso no para.
En lo sucesivo espero poder volver a publicar lo que había publicado, procurando usar las fechas originales. Pero el sentimiento verdadero es que no vale la pena, tal vez exceptuando la crónica de la inundación y el mal de vereda. No me siento orgulloso de lo que hice estos seis o siete meses, a diferencia de como más o menos me sentía con todo lo que había hecho antes. (Y sentirse orgulloso no quiere decir pensar que es lo mejor que haya hecho en la vida o que alguien haya hecho alguna vez en la historia.) Tampoco es mi obligación escribir para sentirme bien y esto, desde hace rato, se volvía un poco eso.
Parece, pues, una señal. Podría verlo de esa manera, como una purga de un editor «aleatorio».
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Extraño, como siempre, quién era yo antes. Parece que hoy soy alguien más…
Baj, esto es muy cursi.
Ante la muerte solo queda la resignación. Es imposible volver a ver a un muerto y es imposible revivir lo que ya sucedió. Detrás de estos seis meses hubo cambios y alegrías, recuerdos muy bonitos que no se vieron reflejados aquí porque no valía la pena. Nada llegó a valer la pena, en realidad. Como si estuviera sumido en una inmensa tranquilidad… Y continúa, desvinculada, fragmentada, como el tejido liso y sin coordenadas de los recuerdos.
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Y de la misma resignada manera dejaré de lado la razón por la que pasaba horas donde el chino que echó, o no, al chavón por las escaleras. Quedan los recuerdos, condenados a la vorágine de mi memoria distraida. Se convertirán en meros indicios que nunca servirán para reconstruir lo que se vivió, cuando apenas tenga idea de las fechas, de los meses, del clima que hacía, de la película que vimos o del plato que preparamos. Con resignación aprenderé de nuevo a olvidarme de mí mismo y a dejar de pensar ilusionado en los futuros que hoy terminan sin haber llegado a ser nada: algo.
Un juego de scrabble que se comienza y queda suspendido indefinidamente… ¿hay que darlo por acabado? ¿Se cuentan los puntos y hay un ganador?
Las metáforas, las señales, están en todas partes. Basta ver al pato Donald.
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Mientras tanto pueden divertirse enviando su «madraso». ¡Ah! ¿También tumbaron esta página? Maldita sea…
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Adenda
Ya recuperé los escritos y los comentarios por caché de Google. Si quieren que vuelva a publicar algo de eso me avisan.