En el parquecito de la calle 93 —que quién sabe por qué llaman «el Parque» por algo parecido a la antonomasia— o, más exactamente, en el Centro de Diseño Portobelo —cuya dirección de internet es, acaso para ser más coherentes, www.portobelodesigncenter.com—, hay una inmensa valla —que en realidad es una pantalla— que nos habla maravillas de Italia —donde, según dice, y a pesar de la evidencia empírica, nadie va «mal vestido»— para promocionar una cerveza —o birra o mejor beer para que quede en el mismo idioma en el que está escrito el «Italy» que acompaña el nombre de la marca— recientemente incluida dentro de la amplia oferta de bebidas alcohólicas que hay en Colombia. Aunque dicha cerveza en Italia y el resto del mundo es una cerveza más —por no decir de segunda, incluso con menor puntaje que Club Colombia según Beer Advocate—, la valla nos la presenta como una bebida especial precisamente porque es italiana. Uno, que es ingenuo, no sabe bien si esa razón —ser italiana y ya— también justifica que sea mucho más cara que la cerveza colombiana más cara: ¿acaso el costo de vida en Italia —de donde con toda seguridad la importan directamente— hace aumentar los costos? ¿Acaso el posicionamiento de la marca dentro de un sector específico de nuestra sociedad que está más dado a gastar mucha plata —porque tiene mucha plata— la hace cara? ¿Acaso los mercadotecnistas han llegado a entender que subiendo el precio del artículo logran crear una distinción que el público puede medir más fácilmente porque no son más que números? En fin, que responda Bourdieu porque yo soy muy ingenuo. Esto es solo la introducción de esto:
Para poner la valla en la fachada del edificio aquel —que usa la palabra diseño como si de medallón de oro se tratara—, quitaron algunas placas de aluminio que la cubrían. Entonces podemos ver que, detrás de la pantalla, hay una pared desnuda que con contundencia nos revela que la vida no vale ni la mitad de un carajo. Sí, señor, detrás de esa pantalla que nos quiere convencer de que los italianos son todo elegancia, debajo del nombre que por error está en español y no en inglés, encima del restaurante que tiene su menú escrito en francés y frente al parque que la gente quiere considerar igualito al Central de Nueva York o al Hyde de Londres, hay un vulgar muro de bloque y cemento. O sea que ese monumento a todo esnobismo, a toda fanfarronada y farolería bogotana y colombiana, es exactamente igual a las viviendas de «crecimiento progresivo» que ocupan el ochenta por ciento de esta ciudad en barrios adonde jamás llegará la tal cerveza italiana, barrios de estrato dos y tres como Juan XXIII, Prado Veraniego, Fontibón, Engativá o Rincón de Suba.
¿Así o más barroco?