El mundo se hace poco a poco más aburrido. Todo comienza a tener sentido. Añoro tanto los días en que, siendo niño, me llevaban al centro. Me gustaba no saber dónde estaba ni cómo había llegado allá —que es casi lo mismo— y me gustaba más sentirme perdido dentro del centro, tener que confiar en la guía de mis papás. Me gustó también cuando, siendo mayor, iba allá y encontraba en esos lugares los recuerdos de la infancia como referentes borrosos, tan llenos de imágenes concretas como de esa emoción, ese temor de saberse perdido. Hoy, en cambio, pasar al frente del Teatro Colón es cosa de todos los días y esas emociones solo pueden ser evocadas melancólicamente en función de su inexistencia.
Cuando uno está a punto de conocer a alguien, cuando alguien está a punto de dejar de ser desconocido, se corre el riesgo de que esa fuerza idiota y sublimada nos empuje hacia el coqueteo, esa exploración a priori en la que solo se saben las direcciones pero nunca el camino. Después resulta igual que el Teatro Colón, si bien la gente puede cambiar haciéndose por siempre enigmática. Pero eso no es más que un ideal: todo indica que la gente tiene esencia y, por más estados que pueda adoptar, nunca deja de ser.
Por eso encontrarse con gente nueva, gente que no se parezca a nadie, que no tenga que ver en absoluto con nada, es refrescante. Incluso llega a refrescar la posibilidad del fracaso. Pero eso también parece cada vez más un ideal.
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La primera vez que salí con Meme me habló de su amiga antropóloga de Los Andes. ¿Su nombre? Sí, era ella misma. ¿Por qué? Porque mi amiga antropóloga era la mejor amiga de la hermana del ahora ex novio de Meme.
Conocí a Jessica, una mujer increiblemente bella e interesante, por el Hospitality Club. Me dejó unas sandalias y un libro para su amigo Martin, que algún día llegaría a Bogotá para recoger el encargo. Meses después apareció en mi casa Martin, quien terminó siendo una persona muy amable que me cayó muy bien. Me invitó un día a su casa porque había organizado una «fiesta de pizza». Cuando timbré me abrió la puerta Nicolás, un tipo de arquitectura con el que había compartido algunas clases en la Universidad pero con quien nunca había cruzado palabra. Martin había llegado a vivir a esa casa porque ahí vivía un amigo de Nicolás. ¿Y cómo había conocido Martin a Nicolás? Por su hermana: se habían conocido en Méjico seis meses antes, antes de que yo conociera a Jessica.
Christian llegó a mi casa porque Juanita —otra del Hospitality Club— no había podido dejarlo quedar en la suya. La relación que tengo con Christian es fácil de describir: él es mi hermanito alemán. Un día terminó conociendo a la directora del Departamento de Relaciones Internacionales de su universidad en Alemania, que venía aquí de visita, porque era uno de los estudiantes de intercambio de esta univesidad que estaba en Colombia. Ahora, estando él nuevamente en Berlín, resulta haciendo parte de la comitiva que recibe a unos cuantos funcionarios de varias oficinas de relaciones internacionales de universidades colombianas. Entre estos funcionarios se encuentra Diana, mi ex novia. «Me pareció la única bonita», dijo Christian: somos hermanitos.
Un día me dice Carolina que si tengo cuentos en Armenia. No, claro que no. Una ex novia vive allá. Y el tipo del que tanto habla Diana —la misma Diana— se llama Alejandro. Y el tipo del que tanto habla Carolina, un tipo de Manizales, se llama Alejandro y es quien acaba de preguntarle si tengo cuentos en Armenia. ¿Acaso será el mismo? Por supuesto.
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La historia de los seis grados de separación es casi un mito. Ahora dicen que si todo el mundo «se conectara» ya no serían seis sino tres grados. ¿Conectarse a qué? ¿Y cómo?
Cuando supimos que Mancuso leía el blog de Jaime Ruiz —signifique esto lo que tenga que significar—, me preguntaba si el señor ex paraco, siguiendo juiciosamente enlaces —cuando este blog tenía el honor de estar enlazado en el blog de Ruiz—, había llegado aca. Lo importante, en realidad, será que todos los caminos llevan siempre a mí. O salen de mí. ¿Acaso necesito otro punto de referencia?