El camino al Infierno I: Tienda del café

Hoy el Juglar del Zipa presenta su infame guía turística «El camino al infierno», una serie de lugares que es menester visitar si se quiere ir derechito al Averno, al Tártaro, al Sheol, etc. Comenzaremos con Tienda del café, establecimiento que se encuentra en la plaza de Usaquén.

Qué se imagina uno si le dicen «tienda del café». Que venden café, claro; y qué rico un café. Pero no, en Tienda del café no encuentra usted café. En cambio el incauto visitante encontrará todo tipo de exquisiteses para tramar… muchachitas. Sí, es un lugar que lleva al extremo el perverso «ambiente de chimenea» donde la infernal música de guitarra surrungueada, el vino caliente, los dizque poemas de Ángela Botero y los indescifrables murales hechos en pastel con luz tenue dominan.

La carta es un descomunal fólder de madera que muy bien sale con una velita de girasol o un unicornio de peluche hecho con retazos de tela. En su interior encontramos variedad de ensaladas y carnes. Una amiga pidió un chocolate con sus acompañamientos, otra pidió una ensalada llamada «mediterránea» y yo una sopa de cebolla. Cosa que distingue a estos lugares es que cobran un buen billete por unas innovaciones gastronómicas que el mundo no necesitaba realmente, chispazos de creatividad de esos que llaman cocinar por cocinar.

Así encuentra uno que la ensalada mediterránea tiene pimentón asado… pero no está tierno. Y los camarones saben demasiado al agua en el que los tenían congelados. La vinagreta, pobre. Y la sopa de cebolla. «¿Por qué no ponerle albahaca? ¿Ah? Diferente…» Sí. Tan diferentes que la deliciosa hierba opacó el sabor de la cebolla y endulzó (más) la sopa.

Y es que esos muchachos que traman muchachitas con su guitarra surrungueada y su vino caliente tambien experimentan con la comida de esa manera y reparten albahaca a diestra y siniestra sin criterio: «pongámosle albacha al ajiaco… rico, diferente». Pero no importa, porque están demostrando talentos insospechados que sin duda enamoran a cualquier muchachita. Termínase la velada con algún té o de pronto sí te regalan un supuesto espresso que aparte de estar aguado lo remata algún asqueroso licor, no muy diferente a alcohol de botiquín.

    Adenda importante (13-07-05):

La velada queda rematada con brillante colofón cuando entregan junto a la cuenta no la tradicional menta o caramelo con forma de mora que sabe a mora sino un bodoque de muy fino grosor atado con un pedazo de cabuya. Cuando este se desenvuelve puede verse un simpático poema de esos que escriben y venden en la calle aquellos hijos perdidos de Pan y Dioniso que también se creen hijos de Apolo. Ya me los imagino a los dueños de este café, comprando poemas de esos por arrobas y fotocopiándolos en papelitos de colores. Muy humillante debe ser el trabajo de quien haga los bodoques.

22 Responses to “El camino al Infierno I: Tienda del café”

  1. Magdalena Says:

    ¿Y si a una ya la llevan “tramada”?

  2. Juglar del Zipa Says:

    Magdalena:

    Hay que ser una niña muy vulgar y ordinaria (en sus sentidos originales) para que un lugar así la trame o para que la trame un tipo que termine por llevarla a un lugar así… En otras palabras, como dirías tú, una niña “gay”.

    No como tú, que eres extraordinaria.

  3. mundo chacal Says:

    Ja ja, yo pensaba que a los juglares les encantaba la guitarra…

  4. Juglar del Zipa Says:

    Este juglar tocaba guitarra, pero no guitarra surrunguiada de chimenea sino clásica.

  5. Sergio Says:

    Hmm…me muero de ganas por leer el reporte sobre “Andrés Carne de Res”.

  6. Diego Monroy Says:

    No Sergio, ni me hable de ese tal Andrés Carne de Res…buena la carne, eso si….pero qué jartera de sitio…..

  7. Dr. Barbarie Says:

    Que intolerantes!!!! No gustan de los hippies miserable socialdemocratas que tocan guitarra a ojo cerrado y fuman mariguana. Aunque a decir verdad prefiero metal con cocaina, no porque yo la meta, sino porque es entretenido ver a la gente hacerlo a ritmo de wasp

    Dr. Barbarie

  8. Diego Monroy Says:

    Si Juglar….tengo que aceptarlo…..me tramaron!

  9. juglar del zipa Says:

    Ja! Eres un muchachito tramable, Diego.

  10. Dauchoroma Says:

    Yo no ando gastando mi plata en restaurantes lujosos. Soy demasiado avaro para eso. No tengo pues nada que opinar sobre esas cosas que discuten ustedes la gente dadivosa y de caché.
    Lo que sí puedo afirmar -en tanto mariguanero profesional y excelso surrunguiador de música de fogata- es que la guitarra y en general la música “amateur” en vivo es un parchesote, una terapia, no sólo para tramar nenas, es una diversión sana que ennoblece el espíritu (claro está, siempre y cuando exista la disposición y uno no se pase de revoluciones hasta volverse tedioso). No entiendo ese odio instintivo contra la pobre guitarrita y sus valientes intérpretes; hombre, si es algo tan latinoamericano… Pa mí que ese odio es pura frustración por no saber tocar o tal vez resentimiento contra algún personaje que se les habrá quedado con alguna nena. Jmmm…

  11. juglar del zipa Says:

    Pues yo no tengo ninguna frustración por no saber tocar guitarra. La conozco desde hace quince años y aunque abandoné su estudio hace diez aún nos encontramos de vez en cuando.

    Frustración por el surrunguiado… claro. Lo que da más piedra es que no tienen ninguna técnica y eso es evidente en la calidad de la música que se basa en este. Porque no, no tocas tú a Joaquín Rodrigo en una chimenea, no. En cambio triunfa Bacilos. ¡Uf! Y sí, se quedan con la nena.

    Ya sobre lo “tan latinoamericano” no tengo nada que decir…

    Pero (¡ah cierto!) en este blog si a uno no le gusta algo es siempre porque uno tiene envidia y ya; no hay más motivos.

  12. ambar Says:

    Pues si don Juglar… me encanta la idea de que se delaten en publico los lugares no recomendables y donde definitavemente ya no caen las nenas, a menos de que sea una “niña gay”, asi “una” ya sabe que puede rechazar al mequetrefe que intenta engatuzarla a punta de guitarra trastia`.
    Bueno… en fin, le escribo también para comentarle que deberia contemplar en su lista, lugares como la casa española o la sevillana o lo que quiera que sea de España que queda en la calle 100 con 9. Por supuesto que tiene su toque, a la entrada su poster del torero (apretaito) y otros tantos de bailarinas de flamenco y sevillanas, lo que en cierta manera evoca los lugares cantabricos, que se alejan abismalmente cuando uno termina de dar su vuelta de 360 grados, por que es justo ahi cuando se da cuenta, que hay unas bellas y coquetas vasijas de barro traidas de la mismisima raquira colgando en el techo de dicho establecimiento, y sin contar que pasan los cubiertos y la cuenta en canastita de mimbre. Claro esta, que cuenta con sabrosos menajes de la cocina española como era de esperarse, entre ellas una paella valenciana que tiene pinta de arroz con pollo y “chipi chipi”, y en el menu se pueden divisar deliciosas viandas como punta de anca y “picao” criollo, mientras que se disfruta del menu “españolisimo”, amenizan el momento no con sevillana, ni mucho menos con la guitarra de Paco de Lucía y ni siquiera con David Visbal, sino que un habil hombre orquesta se encarga de interpretar con su organeta y su melodiosa voz temas como merecumbé y me sospecho que debe ser tambien el vocalista de las bandas sonoras en las peliculas del amadisimo Dago. La verdá es que no tengo nada en contra del restaurantico, por que la comida hasta sobrosa si es, pero por que carajos no le pusieron la casa e`raquira o la esquina del colombi-anito, si va a ser español pues que lo sea, pero a mi que no me vengan con cuentos…

  13. juglar del zipa Says:

    Venga, joder que sí.

  14. Populina Says:

    A mí también me llevaron tramada. Y eso que no soy turista… Ah! tiempos aquellos de fantoches admiradores…

    *****

    No sé que puede ser peor: si los poemas, o la foto de quien hace los poemas. Ángela Botero no podría ser más mañé en su foto estudio de poetisa. Sólo le falta decir que Paulo Coelho se inspiró en ella…

  15. Nicolás Velásquez Says:

    Claro que venden café! Pero es carísimo.
    Creo que en ese sitio he tenido la declaración de amor y temor más cara de mi vida, porque dos cafecitos nos costaron como 20 mil pesos.

    Le pasa a uno por estar más pendiente de la compañía que de la carta.

    Guardo un amargo recuerdo de las carnes (de res) de ese sitio. Vuelvo cada año en promedio, pero nada que mejoran la calidad.

    Es verdad que los dizque poemas servirían mejor de papel tapiz.

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