Alegría, sorpresa y decepción
Wednesday, June 29th, 2005Revascularizado en los ánimos tras la exitosa cirugía de derivación coronaria a la que fue sometido mi anciano señor padre puedo volver a la tarea de escribir cosas de más de una línea de extensión.
Hoy, amigos y amigas, hablaremos de la edición de El Tiempo, diario de la mañana. (Sí, sí, habría que hablar del especial de «nuestra herencia» que publicó Semana en donde hablan, claro, de «nuestros» indios, «nuestros» negros y hasta sugiere «nuestros» mestizos, todos esos tesoros de nuestra tierra.)
Alegría: En la página 1-5 sale que Daniel Coronell ―el paradójico periodista que es crítico e independiente pero al mismo tiempo poderoso― sigue demostrando que quien lo ha amenazado ―tal como lo denunció― es una de esas eminencias de la política, de esos que son congresistas corruptos, metidos hasta el cuello en mierda y algunos de sus compinches. ¿Por qué esto me alegra? Porque Coronell es capaz de darle bombos a algo así y aunque le sucede a él, siendo él quien es, representa la situación de otros periodistas en este país.
Sorpresa: En la página 1-15, ¡Florence Thomas demuestra al mundo entero que es sexista! ¡La amarga francesa dirige su columna de hoy ―acerca de la diversidad sexual― a un lector masculino! Con giros involuntarios pero que dejan en evidencia la impronta de su pensamiento, Thomas dice «Sí, señor» y «Amigo mío». ¡Amigo, no amiga! ¿Cómo es posible? ¿Acaso no hay mujeres que no sepan cuál es la diferencia entre todos los que componen el sector GLBT? ¿No hay mujeres homofóbicas e ignorantes? ¿Le quedó muy grande a Thomas hacer una columna políticamente correcta en términos de género gramatical, que no sienta que se mete conmigo, con mi mal llamado «género»? Tanta joda, tanta mierda, tanto palo y vea cómo nos trata. Si ya había perdido toda credibilidad este especimen resabiado de la liberación femenina, ahora menos voy a creerle porque con esto me hace pensar otra vez que es una vieja que respira por la herida, como el señor gay que también escribe en ese periódico.
Decepción: Por fin llegó el día en que la foto de ella y su ahora señor marido apareció ahí. Antes de que mi red de informantes me hiciera saber que sucedió en una fecha muy anterior a hoy, esta iba a ser la romántica forma en que me iba a enterar: abriendo de pronto la página 2-7. Y menos mal no fue así, porque a pesar de que uno cree que ella se había visto preciosa, más linda que nunca, en ese día tan importante para la vida de cualquier niña estándar occidental como es ella, no fue así. Sale terrible, con la sonrisa posuda que siempre odié. Por fortuna me alegró otras veces con mejores muecas, que me regaló y que robé.